Un escenario en el que el rostro asociado a la película más nominada a los premios de la Academia (cuenta con 13 candidaturas), la tercera más exitosa en taquilla de 2023, y la biopic con mejor desempeño comercial en la historia del cine no sea premiado con una estatuilla dorada resulta, a esta altura, completamente implausible. Asimismo, el irlandés Cillian Murphy cosechó los galardones precursores necesarios para asegurarse el triunfo el 10 de marzo, entre ellos, el Globo de Oro a mejor actuación en drama, el Bafta, y el SAG. En este último caso, se trató del triunfo más rotundo y anómalo al mismo tiempo. El Sindicato de Actores por lo general suele despegarse de las tendencias y reconocer el trabajo de colegas con gran trayectoria dentro de la industria de Hollywood, relegando en varias oportunidades a los outsiders, por lo que se esperaba una victoria de Paul Giamatti que sacudiera el avispero de cara a la entrega del Oscar. Ese escenario sí pudo verse en la categoría de mejor actriz, en la que hay un mano a mano entre Lily Gladstone (Los asesinos de la luna) y Emma Stone (Pobres criaturas).
La derrota del protagonista de Los que se quedan en dicha ceremonia diluyó su posibilidad de, al menos, entablar un duelo cabeza a cabeza con Murphy, cuya campaña hacia los galardones de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood también fue bastante atípica. Si bien el protagonista de Peaky Blinders fue visto en todas las "paradas" necesarias para promocionar el film de Christopher Nolan, lo cierto es que, a diferencia del resto de los candidatos al Oscar, no debió apelar a discursos imbuidos de charme como el de su colega Robert Downey Jr., para poder persuadir a los votantes. La magnitud colosal de Oppenheimer hizo el trabajo por él y le allanó el camino a la victoria.
Al mismo tiempo, Murphy quebró otra regla. No son muchas las ocasiones en las que una actuación introspectiva es premiada por los votantes de la Academia, quienes suelen inclinarse por interpretaciones más bombásticas y difíciles de ignorar. Como ejemplo más evidente tenemos lo acontecido en 2023, cuando Brendan Fraser triunfó con una personificación exacerbada en La ballena, de Darren Aronofsky. Su estilo más desbordado privó a Colin Farrell de ser reconocido por su brillante y natural composición de un hombre melancólico en Los espíritus de la isla, de Martin McDonagh. En 2018, en tanto, Gary Oldman demostró cuánto poder tienen las biopics al alzar la estatuilla por su composición de Winston Churchill en Las horas más oscuras de Joe Wright, venciendo a un gran favorito de ese año: Timothée Chalamet por Llámame por tu nombre, quien había realizado un trabajo mucho más sutil en el film de Luca Guadagnino.
De ganar el Oscar en unas semanas, Murphy se uniría al selecto club de actores que triunfaron mediante interpretaciones menos efervescentes, toda una rareza que no hace más que ratificar el "efecto arrastre" de Oppenheimer y el impacto que tuvo, independientemente de si su protagonista brinda una actuación superior a las de sus contrincantes (se nota la ausencia de Andrew Scott por Todos somos extraños en la categoría). Ser la cara visible de uno de los tanques de 2023 puede llevarte lejos y Murphy se ha asegurado llegar a la recta final ya saboreando la victoria muchas semanas antes de la apertura del sobre.